Oraciones de diversas épocas del año realizadas para el Stmo. Cristo de La Laguna orando por varios motivos.

Esta oración que a continuación reproducimos se leyó el 14 de Septiembre de 1937, a su llegada al Templete de la Plaza de San Francisco, la venerada imagen del Stmo. Cristo de La Laguna. Fue compuesta por el M.I. Sr. D. José García Ortega, Canónigo de Tenerife. Guerra CIvil Española.

Oración por la Nación

Postrado está. Señor, en tu presencia este pueblo tuyo que, con la fe de sus mayores, heredó el preciado tesoro de este Santo Crucifijo que otros años pasábamos  con jubilosas demostraciones de entusiasmo y hoy devolvemos a su Santuario con lágrimas en los ojos y plegarias en los labios, porque llevamos en el corazón los inmensos dolores de la Patria.

Tu, Señor, nos enseñaste a  aceptar sin reservas la voluntad divina de estas horas amargas de la tribulación, pero también nos encargaste que llamáramos a las puertas de tu misericordia cuando tuviéramos el espíritu abrumado por la terrible carga del dolor.

Ingratos y ciegos seríamos si no viéramos la obra de tus manos en esta empresa salvadora de la Patria, pero cada palmo de tierra conquistada par España y para Tí nos cuesta el doloroso sacrificio de una sangre inocente y generosa y unas lágrimas amargas.

Nos duele, Señor, sobre todo, la inmensa desgracia de las tierras irredentas: nos duele la profanación de tus sagrarios la ruina de los templos, el martirio de tus sacerdotes, la persecución implacable de los que te aman.

Nos duelen los pecados de tus enemigos que son también los enemigos de la Patria: los incendios, los asesinatos, las depredaciones, los sacrilegios, los atropellos, las injusticias, la satánica locura de los que se han convertido ciegos instrumentos de la maldad  y la mentira.
Nos duelen, Señor, las ciudades destruidas, los campos desolados, los monumentos seculares derruidos, los viejos sillares de nuestra historia demolidos y aventados como ceniza maldita de un pasado abominable.

Nos duelen en el alma los infinitos sufrimientos y amarguras de tantos hermanos nuestros que padecen el hambre, el terror, la soledad, la pérdida de los seres amados, la torturadora incertidumbre de cada instante y la angustiosa amenaza de la muerte.

Nos duele es lo más íntimo del corazón la triste suerte de tantos niños emigrados de la Patria, de tantos inocentes, hambrientos de pan y de cariño, que pueden convertirse en monstruos.

Son nuestros hermanos en la sangre y en la fe y por sentimiento y caridad hacemos nuestros todas sus desventuras y dolores.

Preservados nosotros los canarios de tanta desgracia por in inmerecido favor de tu adorable Providencia, somos los más obligados a interceder por ellos ante el trono de tu misericordia.

Abre, Señor, los oídos y escucha el dolorido clamor de nuestras oraciones.

Abre, Señor, tu mano y deja ya caer el látigo de tu justicia.

Abre, Señor, tus labios: di una palabra de perdón y de vida y España será sana y será salva.

Te lo pedimos por tu cruz y por tus llagas, por tus lágrimas y por tus penas, por tu pasión y por tu muerte. Te lo pedimos, Señor, por el heroísmo de tantos mártires, por el sufrimiento de tantos inocentes, por el desconsuelo y orfandad de tantos niños, por la miseria de tantos hogares, por las lágrimas de tantas madres.

Te lo pedimos, Señor, por el heroico sacrificio de nuestra juventud: de estos soldados nuestros que cantando y rezando dan su vida por Dios y por la Patria : por los que luchan en el peligro de las trincheras  y por los que tuvieron la desgracia de caer en manos de sus enemigos; por los que con la carne desgarrada sufren en los hospitales y por los que cayeron con la vida tronchada en flor por el vendaval de la metralla.

Te lo pedimos, Señor, con lágrimas en los ojos y santo orgullo en el corazón, por los gloriosos muertos de nuestra batería, hijos tuyos que en esta misma plaza despediste y que llamaste a tu lado antes que sobre nuestra España brillara el sol de la Victoria.

Levántate, Señor y ayúdanos y líbranos de los enemigos de la Patria por tu santo nombre: guarda al Caudillo y  a su Ejército y desbarata a nuestros enemigos con el soplo de tu omnipotencia; danos la victoria y la paz y salva a España.

Y entonces nuestro pueblo será tu pueblo, porque unidos todos los españoles con los vínculos de una misma patria y una misma fe, te serviremos todos los días de nuestra vida en justicia y santidad.

Santísimo Cristo de La Laguna, óyenos:

Por España y por nuestros gloriosos muertos: "Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu el Reino; hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén".

Oración al Santísimo Cristo de La Laguna por las almas benditas del purgatorio

Dulcísimo Jesús que, en tu antigua y milagrosa imagen del Stmo.Cristo de La Laguna, has sido siempre para tus fieles hijos, fuente inagotable de favores, postrados humildemente en tu divina presencia y llenos de fé y confianza en tu infinita misericordia, te pedimos eterno descanso para las benditas ánimas del purgatorio. Justo eres, Señor, y tu justicia adorable resplandece en aquel lugar de expiración. Tú impusiste ese ley, pero no la de desechar a los intercesores, a los piadosos te supliquen consuelo y alivio, perdón y rescate para las almas desatendidas en cárcel tan horrible; antes bien te complaces en que se solicite tu clemencia en su favor. Escucha Benigno nuestras plegarias, acepta nuestros suspiros, recibe nuestras oblaciones por esas almas, y por el amor que te profesa La Laguna que con tanto orgullo te proclama su Rey y Señor, por la ardiente devoción que te han consagrado sus habitantes, por el favor que durante tantos siglos le has dispensado, apiádate de las almas del purgatorio. Ellas desean unirse a ti. A ti les inclina la naturaleza como a su fin último. A ti les dirige la gracia como a su único centro de paz y de felicidad perennes. A ti le sujeta el amor como al objeto ambicionado, como a la plena satisfacción de sus aspiraciones. Concédeles que sean por prontamente rescatadas, para que libres de las penas que sufren entren en la celestial bienaventuranza. Amén.

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Señor Crucificado, Santísimo Cristo, Señor de La Laguna, concede el eterno descanso a las almas de nuestros padres por la llaga de tu mano derecha qué adoramos rendidamente. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Señor Crucificado, Santísimo Cristo, Señor de La Laguna, piedad y misericordia para nuestros hermanos difuntos por la llaga santísima de tu mano izquierda que veneramos con fe. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Señor Crucificado, Santísimo Cristo, Señor de La Laguna, alivia perdona y salva a las almas de nuestros esposos parientes y amigos por la bendita llaga de tu pie derecho que con devoción saludamos. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Señor Crucificado, Santísimo Cristo, Señor de La Laguna, a nuestro bienhechores y a todos los que nos hemos escandalizado con nuestros malos pasos, abre las puertas del cielo por la Santa Llaga de tu pie izquierdo que arrodillados ante ti alabamos. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Señor Crucificado, Santísimo Cristo, Señor de La Laguna que las almas de todos los Pontífices, Reyes, Prelados y Sacerdotes que padecen en el purgatorio, que todos los que allí espían sus culpas, especialmente lo más olvidados y abandonados descansen en paz por la llaga de tu costado, ante la que nos postramos humildemente. Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Requiem aternam dena eis. Domine. Et lux perpetua luceat eis. Requiescant in pace.Su Santidad León XIII de grata memoria concedió cincuenta días de indulgencia aplicables solamente por los difuntos a los que recen esta jaculatoria. (marzo 22 de 1902).

Secretaria de Cámara y Gobierno del OBISPADO DE TENERIFE.
El Excmo. é Iltmo. Sr. Dr. D. Nicolás Rey Redondo, Obispo de la Diócesis, concede el competente permiso para publicar la oración y deprecaciones que anteceden.
Además concede cincuenta días de indulgencia a todos los fieles que recisten la oración y cincuenta días más por cada una de las deprecaciones.

Ciudad de La Laguna, 7 de noviembre de 1904.

El Secretario Licdo. Jerónimo Padilla.

Oración del Soldado

Oración compuesta en 1937 por J.G.O. con esta oración el Sr. Obispo concedía 50 dias de indulgencias

Señor mío Jesucristo crucificado:
sinceramente arrepentido de mis culpas
y por mediación de tu Madre inmaculada,
te ofrezco en satisfacción por ellas todos los trabajos y penalidades de la Guerra.

Dame señor, fortaliza en los peligros,
caridad en el trato con mis hermanos de campaña
y espiritu de perfecta obediencia a mis jefes y superiores,
en cuyas ordenes queiro ver los designios de tu adorable Providencia;

y si para salvar la Patria
fuere necesario el sacrificio de mi sangre y de mi vida,
lo ofrezco, Señor, con alegría,
porque sé que morir por tu causa y por España,
es vivir y triunfar eternamente en el Reino de tu gloria.

Amén.

Santísimo Cristo de La Laguna

Compuesta por el Excmo. Rvdmo. Sr. Obispo D. Bernarndo Álvarez Afonso

 

Oh Santísimo Cristo de La Laguna,
Que desde la llegada de tu imagen a nuestra tierra
has demostrado siempre un afecto
lleno de comprensión
por los enfermos y pecadores,
por los pobres y marginados,
dirige tu mirada hacia nosotros, que,
aun en el sufrimiento,
profesamos nuestra fe en tu amor.

Con esta humilde plegaria
te ofrecemos nuestros males y nuestras penas,
para que hagas resplandecer nuevamente
la luz de la fe a quienes la han perdido,
que vuelvas a dar la riqueza de tu gracia a quienes,
como hijos pródigos, la han dilapidado,
que renueves el consuelo de tu amor
a quienes viven en la vanidad de los amores mundanos

Santísimo Cristo de La Laguna,
te pedimos poder unir
a los dolores de tu pasión por los pecadores,
lo dolores de nuestras enfermedades
y penalidades de la vida,
a fin de que,
reconciliados por tu perdón todos los hombres con el Padre,
se renueve en el cielo
la fiesta de tu alegría para los ángeles y para los santos,
y aquí en la tierra, para nosotros,
renueva el don de tu gracia y de tu paz.
Amén.

 

 

 

 

Oración al Santisimo Cristo de La Laguna

Esta oración, junto con la del Sr. Obispo, son las que se utilizan en el Ritual de la Ceremonia del Descendimiento de la Venerada imagen.

 

¡Oh Santísimo Cristo de La Laguna,
que en esta vuestra Sagrada Imagen
mantenéis viva la fe del pueblo cristiano,
renovando vuestra sacrosanta pasión!;
concédenos sepamos ser agradecidos
a las innumerables beneficios que nos
habéis dispensado.

 

Miradnos Señor,
con ojos de piedad y concedednos la gracia
de que perseveremos en la sólida
y tierna devoción a ti,
y que al fin de nuestra vida
cantemos tus alabanzas en la gloria,
donde en unidad con tu Padre amantísimo
y el Espíritu Santo vives y reinas
por los siglos de los siglos.
​Amén.

Oración al Stmo. Cristo de La Laguna.

 Cristo de La Laguna extiende un año más tus brazos y reparte bendiciones:
       – bendiciones a los creyentes y a los alejados de la fe,
       – bendiciones a los enfermos y a los ancianos abandonados,
       – bendiciones a las familias rotas

Cristo de La Laguna extiende un año más tus brazos y hazte presente:
       – en los jóvenes enganchados en el alcohol y en la droga

Cristo de La Laguna extiende un año más tus brazos e ilumina:
      – a los que mueven el poder político y económico en esta ciudad, para que en las tomas de decisión se tengan en cuenta a los mas pobres y a los que tienen menos posibilidades.

Cristo de La Laguna extiende un año más tus brazos y reparte bendiciones:
     – en nuestra iglesia diocesana: que en tiempos de disminución de vocaciones de religiosos y sacerdotales suscites mujeres y hombres, laicos comprometidos y consagrados que en épocas de increencias sean tus testigos en un mundo secularizado.

Cristo de La Laguna extiende un año más tus brazos y en épocas de guerras y confrontaciones tráenos la deseada paz

 

En la procesión de madrugada

Rafaél Saturnino

Este Cristo que nos espera en su Santuario
para consolar nuestros corazones afligidos...
para aliviar nuestros cuerpos doloridos
y enjugarnos las lágrimas en su sudario,

 

En el interior del templo son las lámparas votivas
que llamean sobre antiguos blancos lechos funerarios
como una danza penosa de las ánimas cautivas,
agitándose en los huecos flotantes de los sudarios...

 

anualmente, a llegar la primavera,
atraído por el aroma de las flores,
recorre la ciudad de sus amores
peregrinos la noche Lagunera,

 

Mudo está el templo, está mudo, está triste y está frío.
¿Qué indica tanta plegaria? Hay un dolor interior...
¡No, que el templo religioso Hora porque está vacío
de creyentes verdaderos y de verdadero Amor...!

 

y al pasar por la calle de la Carrera
suenan las malagueñas en su honor...
y El las recompensa con amor,
derramando su gracias por doquiera.

 

Ante el altar, de rodillas, un ministro de Dios reza,
tiene los labios ungidos con el nombre de María,
¡y al nombrar a Dios se hunde su noble y blanca cabeza
huimillada por el peso de una gran melancolía...!

 

Mañana morirá en el Calvario
y el silencio se adueñará de La Laguna...
pero esta noche escuchará bajo la luna,
el dolor hecho canción de algún canario.

 

Ve que sobre todo vuela rojo el pecado mortal,
y que triunfan las modernas doctrinas del Raciocinio.
¡Y pide al Cielo que vibre la voz del Juicio final
junto a las apocalípticas trompetas del Exterminio...!

 

El Cristo oirá con atención
aquellas peticiones del que canta,
y salidas aún recién de la garganta,
al padre presentar a esta oración.

 

Tiembla... tiembla el sacerdote de dolor, angustia y miedo.
¡ Se estremece, porque sabe por la luz de su mirada
que los labios más propicios a la Salve y para el Credo,
labios son de corazones que ya no creen en nada...!

 

Y al punto el cantor tendrá certeza
de que mañana será, si no es ahora...
mas aquellas plegarias que él le reza,
tendrán su cumplimiento sin demora.

 

Llora... llora el sacerdote: la Humanidad ama el vicio.
¡Está lejos la tragedia de Jesús el Inmolado!
Los hombres, ávidos, claman por un nuevo sacrificio.
¡Tienen sed los corazones de un nuevo Crucificado!...

 

Van pasaado teatamente Ilis sombrías caravanas.
Vivos están en los rostros los horrores del Pecado.
Y parece que renuevan con su rito las campanas
la tragedia redentora de Jesús Crucificado.
Arturo NAVARRO GRAL

 

Plegaria al Stmo. Cristo de La Laguna

Señor, que lo sois por derecho propió de los cielos y la tierra: Al salir hoy de vuestra habitual morada para ser paseado en triunfo por las calles de esta población, cual rey que sale a los jardines de su palacio, sabed que más que sobre las preciosas andas en que os llevan, sois conducido por una inmensa nube de corazones y escoltado por las innúmeras plegarias que sale a de todas las fibras de nuestro cuerpo, representadas plásticamente en esas miríadas de cohetes, y chispazos torrenciales y notas musicales que revolucionan el espacio.

Bien conocéis. Señor, que todos los que hoy te acompañamos y muchos más, tenemos nuestros pechos convertidos en basílicas y nuestros corazones en altares consagrados a tu devoción y a tu cariño.

Sabemos, divino Crucificado, que no hacemos otra cosa que devolveros mezquinamente, porque no podemos más, el amor infinito que nos profesais; siendo una de sus tantas manifestaciones la complacencia que teneis en residir entre nosotros representado en esa Imagen veneranda ante la cual se han postrado tantas rodillas suplicantes, y se han exhalado tantos suspiros por corazones atribulados, y han derramado tantas lágrimas en manifestación de desbordado agradecimiento, y se han dirigido tantas promesas, y mediante la cual se han recibido tantos sobrenaturales dones. Que ha visto desfilar ante ella desde centenarias pasadas generaciones a innúmeros peregrinos, que con la alabanza en los labios y la gratitud en lo intimo del alma, vienen de los pueblos comarcanos a visitarla y rendirle adoración ferviente; que es una de las más altas y nobles funciones de que habéis dotado al corazón humano la de ser cual máquina fotográfica que retrata los favores recibidos en la placa invelada del sentimiento de la gratitud.

Motiva, si. Señor, estos férvidos amores que os profesamos, la prodigalidad con que derramáis beneficios sobre los que dignamente os los demandan, e impetran de vuestra .inagotable caridad.

Y como todos estamos convencidos de lo incansable que en ello sois, nosotros, avaros de tales beneficios y mal avenidos con las aflicciones y angustias, dolores y tribulactonea de que constantementa somos blanco, es natural, Señor, que nos apresuremos  a escudarnos en Vos.

Y puesto que los peligros de todo género se alejarán de nosotros a la menor indicación de vuestra omnipotente Majestad, apartádnoslos, Señor, especialmente aquellos que puedan hacer inefectiva vuestra generosa paternal invitación a la gloria
eterna.

Maximlüano O. Montesino. La Laguna, 13 de Septiembre de 1921.

Oración para aumertar la fe.

Santísimo Cristo de La Laguna, fortalecfe y aumenta nuestra fe en tí; y que cual lo hacían nuestros antepasados, siempre te invoquemos y en tí pongamos nuestra confianza. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Oración para  querer de forma verdadera.

Santísimo Cristo de La Laguna, haz que más y más te amemos y que nuestro amor a tí sea verdadero cual era el amor que nuestros padres profesaban. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Oración para preservar en la fe.

Santísimo Cristo de La Laguna, concédenos la gracia de que preseveremos en la dulce y tierna devoción a tí y que al fin de nuestra jornada acá en la tierra, te veamos y cantemos tus alabanzas en la gloria donde en unidad con tu Padre amantísimo y el Espíritu Santo vives y reubas por los siglos de los siglos. Amén. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Oración para librar a la Santa Iglesia de las persecusiones, por el Obispo y por los Ministros de la Iglesia.

Santísimo Cristo de La Laguna, libra a la Iglesia Santa de mas inícuas persecusiones por que hoy pasa en algunas naciones, y que todos unidos en la fe y acatando sumisos sus mandatos, formemos un solo rebaño; te pedimos igulamente, ¡oh Señor!, por nuestro prelado y por los ministros todos de tu Iglesia. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Oración por los laguneros.

Señor Crucificado, Santísimo Cristo de La Laguna, tened piedad y misericordia de todos y en particular, tenedla Señor, de los hijos de este pueblo, que sabes ¡ oh divino Señor y Padre nuestro amadísimo! que te aman y te veneran. Amen. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Oración general

Santísimo Cristo, Señor de La Laguna, devota y humildemente postrados ante tu Sagrada Efigie, detestando nuestros pecados y protestando no cometerlos en adelante ayudados de tu divina gracia, os suplicamos, ¡oh divino Señor!, nos concedas la gracias de mantener viva la luminosa antorcha de la fe, mediante la fiel observancia de tus mandamientos y los de la Santa Iglesia Católica, tu inmaculada esposa, en cuya fe y creencias deseamos vivir y morir; no no permitas, Santísimo Cristo, que en ninguno de los miembros de nuestras familias, ni en ninguno de nuestros conciudadanos hagan eco las disolventes doctrinas de los modernos propagadores del error  y la heregía, los que tantos transtornos causan a la Sociedad actual y los que tanto amargan y afligen a tu Iglesia Santa y a tu vicario en la tierra el Romano Pontífice; lleva ¡oh divino Señor! a todos los hogares la cristiana paz, fruto del exacto cumplimiento de los deberes religiosos; derrama, Señor, sobre todos los extraviados, los tesoros de tu infinita misericordia, para que atraídos por tu amor se arrepientan de sus pecados, y, adjurando de sus errores vuelvan a tí como hijos sumisos de tu Iglesia a la que han abandonado; iluminanos a todos con tu gracia, ¡oh divino Señor! para que , de hoy en adelante, la negra mancha del pecado no afée nuestras almas y por fin concédenos, Señor amantísimo, que antes de exhalar el último aliento, tengamos la dicha de recibiros por viático, despues de habérsenos perdonado nuestras culpas por medio de una buena y perfecta confesión de nuestros pecados, para que al morir como hijos tuyos y a tía abrazados, tengamos la dicha de imprimir un beso en la llaga de tu amorso pecho, logrando morir en tu amistad y gracias para luego gozar de tu gloria eternamente. Amen.