El tercer Vizconde de Buen Paso había nacido en La Laguna el 9 de junio de 1775 y aún no había cumplido los veinticinco años cuando, con el comienzo del siglo XIX empezó a escribir un diario, que había de continuarlo hasta caer mortalmente enfermo el 4 de noviembre de 1810. En el mismo anota desde los más nimios sucesos de su vida familiar. hasta los históricos acontecimientos de 1808 y. naturalmente. refiere algunas de las festividades de! Cristo de La Laguna de aquellos años de decadencia del espíritu religioso y otro luctuoso acontecimiento. que produjo hondo impacto en la ciudad. el incendio del convento grande de San Miguel de las Victorias.

El 15 de septiembre de 1800 escribió: -El 12 de por tarde he venido del Valle de Guerra, para asistir a la función del Santo Cristo: estuve en las vísperas y mairines. Es notable la falta de concurrencia y de aparato a que han llegado en el día esta clase de funciones eclesiásticas. La Esclavitud. en su establecimiento y constitución ordena que esta función se celebre con tantas comedias, fuegos y otros regocijos. Aún hasta mis días era grande proporcionalmente el número de gentes que concurría a la iglesia en los días 13 y 14 de septiembre y acompañaban la plaza de San Francisco y las tiendas de que se formaba la feria y el famoso patio del Santo Cristo de La Laguna, en que había bailes, música, tapadas y disfrazados. Algunos se lamentan de esta novedad y la miran como tibieza de la devoción; otros, al contrario. como un precioso efecto de las justas correcciones de algunos prelados sabios y modo de pensar de las personas de juicio. Antes de entrar en maitines. está en práctica un refresco a que concurre el clero y la Esclavitud, el cual se sirvió este año, sin exceso ni falta notable".

La procesión salía por la mañana del 14 y su recorrido era corto. En 1809 anota: "La procesión del Santo Cristo de La Laguna ha salido este año por la tarde, creo que a causa del tiempo ..." y en 1803 dice: "Asistí ayer a la función del Santo Cristo. en que predicó el padre compañero exprovincial fray Antonio Tejera y la procesión llegó hasta la iglesia de Santa Catalina, a solicitud del Vicario de La Orotava: hubo porción de gentes que subieron de Santa Cruz."

El domingo 29 de julio de 1810 escribe el Vizconde desde Santa Cruz, donde entonces vivia: "Anoche se ha quemado el convento de San Miguel de las Victorias que tenían los padres franciscanos en la ciudad de La Laguna y al que se le daba el nombre de "El convento grande". Se dice que el incendio empezó por el campanario, en cuyas escaleras o inmediaciones dejó inadvertidamente la luz el que fue a tocar las campanas. Constaba de dos claustros, amplios y espaciosos; un templo de dos naves y además dos capillas, que daban principio a otra nave y un coro proporcionado, con un grande órgano. Todo ha quedado reducido a cenizas, que es bien de admirar cuando el incendio empezó a hora en que todavía el vecindario podía advertirlo y acudir.

"A este convento que fue, de los franciscanos, el tercero que se fundó en estas Islas, se dio principio a fin del siglo XV, habiendo el Adelantado don Alonso Fernández de Lugo hecho el señalarniento del terreno a los religiosos para sacarlos de una barraca de palmas en donde estaban alojados en el cerro llamado El Bronco, no distante de la situación del convento incendiado. El Adelantado costeó la capilla mayor, llevó sobre sus hombros la primera piedra del edificio y allí está enterrado".

"La Esclavitud del Santo Cristo de La Laguna, erigida en 1659, ha contribuido mucho a los adornos y conservación del edificio; los quintales de plata que adornaban la capilla mayor, doseles de terciopelo carmesí, con galón y flecos de oro, bancos aforrados de terciopelo y otras alhajas, todo era obra de las rentas de la Esclavitud y he oido que esta plata y alhajas se han salvado, no así las varias pinturas que conocí allí, especialmente tres que había en los testeros de las tres grandes escaleras de piedra que tenía el convento y eran lienzos de cuatro varas de alto y cinco o seis de ancho; la una representaba el triunfo de la Concepción sobre un Luzbel deforme; la otra era de una revelación, en la que había un Jesús y San José y la Virgen, una palma y el sol y la luna y la otra la concesión del jubileo de Porciúncula hecha por el Papa a San Francisco, Sobre la puerta que saliá a la capilla del sagrario estaba otra pintura del bautismo de Jesucristo.

Este convento fue la primera casa que yo conoci. después de la propia. Allí me enviaba mi padre para que aprendiese a leer y a escribir y tengo muy presente su disposición y sus vistas deliciosas, ya hacia San Diego del Monte, ya hacia Las Mercedes, ya hacia las canales que conducen el agua al pueblo y a la porción de ganados y aves que estaban esparcidos entre la verde yerba y las aguas de La Laguna. en el mismo campo que ocupaban por el verano las eras de los labradores.

Días mas tarde visitó las ruinas del convento incendiado y dice: "Ayer por la tarde fui a La Laguna, donde he visto !as ruinas del incendio del convento de San Francisco. Es preciso acordarse bien de su disposición para conocerlo después de la destrucción que le ha sobrevenido. Las tejas rotas de los techos forman sierras de entullo, que ocupan los tránsitos y !as escaleras. La quema fue tan universal que solo quedaron las paredes desnudas. Se buscan los árboles frondosos que hermoseaban los claustros y solo se hallan por el suelo algunos restos hechos carbón. La iglesia. en la que me habló un religioso joven, recién llegado de España. conserva en las paredes algunas de sus pinturas, pero nada quedó de sus retablos,. ni del coro y su techo es en el día el cielo y las nubes. Allí no es posible dejar de traer a la memora la solemnidad de sus funciones, el decoro y la multitud de la asistencia de los fieles y el pasmarse de lo momentáneo con que desaparecen los objetos que las almas seducidas miran como el termino de las atenciones humanas y que el desengaño representa mas bien como un rasgo de la liberalidad de Dios."

"Esta consideración me descubre que la riqueza de los objetos espirituales es incomparablemente mas copiosa que la de los entes corporeos y lo real y verdadero de esta idea es uno de los placeres que acompañan nuestros días en la vida presente."

"Para mi dictamen, luego que se quemó el convento el Cabildo hubiera ofrecido a los religiosos el hospital de San Sebastian, que tiene iglesia, coro, claustro y habitaciones para su alojamiento interino y debió suspenderse toda reedificación hasta traer de España un plan que arreglase la iglesia y el monasterio al capital que los religiosos hubiesen aprontado para la obra. siendo esto consecuente a una Real Orden que hay para que no se emprendan en los pueblos edificios de esta clase sin que proceda la aprobación del plan por la Real Academia de San Fernando. Algo de esto indiqué al padre provincial, a quién he visto en la antigua sala de los esclavos, donde se ha alojado con algunos religiosos, pero he visto que están abriendo cimientos y empezando una iglesia o capilla provisional."

"Las imágenes han sido trasladadas a la parroquial de los Remedios y allí se cantan las misas de los viernes y el Nombre de los domingos y los padres han hecho iglesia de la sala que actualmente está en uso para las juntas de la Esclavitud del Santo Cristo.

Y el 14 de septiembre del mismo año 1810, añade: "lo que se llama el patio del Señor de La Laguna, en este año ha sido en la plaza parroquial de los Remedios, por estar en aquella iglesia las imágenes sacadas del incendio del convento de San Francisco.

El "patio del Santísimo Cristo" continuará con seguridad, teniendo lugar en la plaza de los Remedios, hasta que terminada la caapilla provisional, comenzada, como hemos vistoinmediatamente despueés del incendio, se trasladó la sagrada Imagen a ésta, para volver a los Remedios, ya catedral, el 1º de julio de 1821, al ser reducidos los conventos. La Esclavitud reclamó del Estado la Capilla, que había sido construida a sus espensas, por lo que no pertenecía a los bienes eclesiásticos ni a las órdenes religiosas; hasta que consiguió fuera devuiuelta y tomara posesión de la misma el 13 de septiembre de 1822, a donde se trasladó el Santísimo Cristo en procesión solemne.

 

LEOPOLDO DE LA ROSA

Cronista oficial de La Laguna